Sobre DIARIO DE LA DISPERSIÓN de Rosario Bléfari

“La lengua como un misterio de melodías, respiraciones y ritmos. Si puedo de verdad ser consciente otra vez de eso, tengo que poder recordar que no se agota y que todavía podemos empujar sus bordes para ir por más: ojalá pudiera con las mismas piezas que tengo, fabricar un vehículo eficaz”

En EL DIARIO DEL DINERO, (Mansalva, 2020) Rosario Bléfari se proponía explicar “como sobrevive en el mundo alguien como yo” y lo hizo a través de una selección de entradas de sus diarios escritos entre fines de los 90 y 2019 donde compartía sus reflexiones sobre el arte, la vida cotidiana, sus relaciones y, claro, el dinero.

En este libro el orden no es cronológico, sino que está cuidadosamente desordenado para que su sentido se eleve. Las lectoras y lectores somos testigos de su vida mundana y poética, sus amigos, su arte, su hija, sus amores, su salud, su música, y sus lecturas.

Cuando llegamos a EL DIARIO DE LA DISPERSIÓN (Mansalva, 2023 ) ya conocemos a Rosario o al menos a el personaje que ha creado en sus textos, y en este diario nos invita a reencontrarnos en otro momento de su ciclo vital y artístico. No es que sea tan posterior, pero la perspectiva es otra, fue escrito durante los días de encierro del 2020 donde la percepción del tiempo cambió para todos.

Rosario se propuso averiguar cómo hacía las cosas, y encontró que su método es la dispersión. Durante la lectura recorremos los laberintos de la creación, sus momentos de silencio y de distracción, las curvas, los obstáculos y las preguntas. Rosario deambula a la noche en su habitación que es su cueva, su lugar de jugar, su taller. Mueve la pieza de un collage, escribe la línea de un cuento, repite una melodía en la guitarra, muy suave, teje un cuadrado verde en crochet.

Durante 2020 Rosario se trasladó desde la Ciudad de Buenos Aires a La Pampa a vivir con su papá porque estaba enferma, y allí la encontró la pandemia. Este diario es también el diario de un espíritu que va camino a la dispersión, es un poco la huella que va dejando, cada vez mas leve.

Atenta a los detalles de las plantas del jardín, a los bellos reflejos de la luz, a la textura de un papel muy fino, casi transparente.

Con un tono melancólico, sin ser triste (la secuencia de la carpa sobre la cama dentro de la habitación, es muy graciosa), nos lleva por el mundo interno de una artista que estaba llegando al fin de su camino y seguía en la búsqueda de aquello que la encendía.

Desplegarse, dice Rosario, y nos lo demuestra en su bello libro, desplegarse no es desaparecer.